A la hora de invertir, el oro suele ser una elección acertada. Dependiendo de su tolerancia personal al riesgo y de otros objetivos financieros, el porcentaje adecuado de su cartera que debe invertir en oro puede variar enormemente.
En términos generales, los expertos recomiendan asignar entre el 5 y el 10% del total de su cartera a oro físico o acciones/fondos de oro. Esto se debe a que, aunque su precio puede fluctuar como el de cualquier otra inversión, sigue teniendo la capacidad de ayudar a reducir el riesgo global de la cartera, al tiempo que ofrece la oportunidad de diversificar las inversiones y de protegerse potencialmente contra la inflación con el paso del tiempo.
El oro ofrece protección frente a la devaluación de las divisas, lo que lo convierte en un gran complemento de la estrategia de cualquier inversor global para cubrir la volatilidad debida a posibles riesgos geopolíticos o macroeconómicos. De hecho, desde 1971, cuando el presidente Nixon retiró el dólar estadounidense del patrón oro, hasta ahora -casi 50 años después-, una inversión inicial de 10 dólares podría haberse multiplicado por 17, ¡simplemente conservando el oro!
Además, históricamente, durante los periodos de caos en los mercados, cuando los precios de las acciones caen rápidamente – como en marzo de 2020 durante las incertidumbres del coronavirus – los inversores suelen acudir en masa a los metales preciosos como el oro como una opción más segura para sus carteras debido a su valor intrínseco y liquidez. Por estas razones, muchos inversores optan por destinar una parte de sus activos a la exposición a largo plazo en esta clase de activos como parte de la estrategia de su plan de ahorro para la jubilación o como parte de una asignación a segmentos de activos alternativos dentro de sus objetivos de composición de carteras más amplios.
En última instancia, determinar el grado de exposición de los fondos asignados a los metales físicos frente a las acciones o los fondos dependerá de las preferencias individuales y de los objetivos financieros generales, pero no cabe duda de que una cierta exposición, al menos a través de uno u otro método, sigue siendo beneficiosa con el paso del tiempo si se hace con prudencia y teniendo en cuenta el panorama económico actual y las previsiones a largo plazo